28 abril 2014

Es increíble la manera de engancharnos a las cosas, de aferrarnos a una persona, hasta el punto de depender de ella totalmente, de querer ser uno, de tener que estar piel con piel para sentirle cerca, y aún así nos sentimos demasiado lejos. El tacto no sirve y el pacto ayuda, pero no llena.
Es como la Tierra, que sin luz está incompleta, que si faltan el sol, o la luna, o una mínima estrella, se siente vacía.
Vacía como el espacio, llena pero sin llenarse.
Como el vaso que o está medio lleno, o medio vacío, por mucha agua que tenga.
Te sientes alejado, te sientes distinto, y dependes de él. Y no lo sabes.
(O no lo quieres saber).
No quieres ser de esas que dejan su vida de lado por su pareja, no quieres porque tú críticabas a ese tipo de personas. “Hay que tener tiempo para las amistades y para las parejas". Pero es como dejar de fumar, que quieres y tienes voluntad, pero no puedes (y en el fondo tampoco quieres).
Te ha creado dependencia y ya no sabes qué hacer porque sabes que un día va a terminar todo, porque sabes que no vas a acabar muriendo a su lado, pero en el fondo sabes que cuando se vaya te vas a derrumbar, porque sabes que al ser la primera pareja seria que has tenido no vas a saber cómo llevar la ruptura, porque sabes que va a haberla, y tú no te atreves a acabar con todo porque te da miedo hacerlo, y porque no quieres.
Te ha creado dependencia.

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